La leche (lat. lac, lactis) es un nutritivo líquido blanquecino que secretan la hembras de todos los mamíferos a través de sus glándulas mamarias (tetas, mamas, ubres, etc). Es una de las características únicas de los mamíferos (lat. mamma, teta, y -féro, mamífero= Que se alimenta de las tetas) además del pelo, que los distingue de los otros grupos de animales. Producen leche todas las hembras de mamíferos, incluidos los mamíferos marsupiales y ovíparos (monotremas: ornitorrincos, equidnas, …), siempre para alimentar a sus crías.
La lactancia es el primer período de los mamíferos, en el cual tan solo se alimentan de leche (cualquiera de los tres tipos de mamíferos). Lactancia también significa “amamantar” (dar de mamar a las crías).
Producción de leche:
Para que una hembra produzca leche, ha de parir una cría, ya que las hormonas producidas durante el parto (por ejemplo la oxitocina) harán que sus glándulas mamarias fabriquen leche, y los estímulos de la cría mamando harán que siga fabricando leche. Si no tiene una cría, no producirá leche. La hembra producirá cada vez menos leche, mientras que la cría irá comiendo cada vez más alimentos sólidos. Al cabo de un tiempo, que es distinto según la especie animal, la hembra dejará de producir leche, coincidiendo con el momento en el que la cría está preparada para comer el mismo alimento que la madre. Esto sucede así en todos los mamíferos.
Para que la leche salga al exterior hace falta exprimir la teta. Esto las crías lo hacen chupando y succionando con los labios y la lengua. Estos estímulos de presión en las mamas hacen que la madre siga produciendo leche. Si no tuviese una cría mamando, dejaría antes de producir leche.
La primera leche:
Es imprescindible que las crías beban la leche que la madre produce durante las primeras 12 horas después del parto. Esa leche, denominada calostro, contiene una gran concentración de nutrientes como vitaminas esenciales, aminoácidos y minerales, pero lo más importante es su altísima cantidad de inmunoglobulinas (defensas naturales) que defienden al recién nacido de las infecciones que “seguro” va a padecer esas primeras horas, como por ejemplo inmunoglobulinas contra la bacteria E. coli, causante de diarreas y vómitos. Si la cría no consume esa leche antes de 12 horas, variando el tiempo ligeramente según la especie, es prácticamente imposible que no muera.
Obtención de la leche para humanos:
Los humanos utilizamos ciertas especies para obtener leche, tales como vacas, ovejas, cabras, yeguas, búfalas, yaks, alpacas, llamas, renos, camellos, dromedarios, burros, etc. Para que estos animales den leche, también hace falta que paran (tengan una cría) aunque sean domésticos o muy productores. Cuando tengan una cría, exprimiendo las “ubres” del animal (ordeñar) obtendremos leche que podremos consumir tras un proceso de Pasteurización (que no es más que hervir la leche para eliminar los agentes patógenos).
Estas hembras, al igual que harían en la naturaleza, darán cada vez menos leche hasta dejar de producirla, por lo que necesitarán de nuevo parir otra cría para empezar el ciclo. Y así sucesivamente.
Al igual que de modo natural, dejarían de dar leche sin una cría que les mamase, también si nosotros dejamos de ordeñarle, dejará antes de dar leche.
Oxitocina:
La oxitocina es una hormona producida en el hipotálamo (en el cerebro) y que desencadena el parto y la secreción de leche. Hay varios sucesos que activan el hipotálamo para que secrete oxitocina, y la oxitocina produce varias consecuencias en el cuerpo de los mamíferos. En general lo que hace es contraer: contrae células musculares y células de las glándulas mamarias.
Cuando el feto va a nacer y el canal del parto (cuello uterino, etc.) se distiende (se abre), los nervios que se encuentran en las paredes de ese canal envían impulsos a las células que liberan oxitocina en el hipotálamo. Esta oxitocina llega a través de la sangre hasta el músculo de la pared del útero y contrae sus células (musculares) haciendo que el útero se “apriete” y expulse al feto. Esa oxitocina liberada también llega a través de la sangre hasta las glándulas mamarias, haciendo que se contraigan y por tanto liberen leche. De este modo, la cría puede beber leche minutos tras el parto sin tener apenas que esforzarse.
Cuando se estimulan las mamas (succionando, masajeando, presionando, golpeando, etc.) los nervios que hay en ellas envían mensajes al hipotálamo del mismo modo que antes. Se libera de nuevo a la sangre llegando, igual que antes, al útero, al que hace contraerse (ya no hay feto, y lo que hace es que el útero vuelva a su tamaño y posición original). Y también llega a las mamas liberando leche.
Las crías cuando crecen y se hacen insaciables, estimulan brutalmente las ubres de la madre, golpeándolas incluso para que liberen la leche.